• A los recién nacidos y bebés de hasta seis meses -que en su mayoría no presentan el crecimiento de dientes- también se les debe realizar procedimientos de limpieza con los cuidados pertinentes.

Desde edades tempranas es importante educar a los niños en el cuidado de su salud bucal, de esa manera lograrán tener unas encías y dientes sanos. Eso evita desarrollar enfermedades o problemas de salud que se traduzcan en infecciones, mala nutrición, problemas con el desarrollo del lenguaje, mandíbula o desarrollo en mordida irregular, entre otras.

Liliana Wilches, odontopediatra de la Fundación Universitaria San Martín (FUMS), informó al respecto: La limpieza bucal en recién nacidos y bebés menores de seis meses (aunque no presenten dientes), es de vital importancia. Se aconseja iniciar con masajes gingivales y limpieza de los rebordes alveolares -al menos una vez al día- con el fin de establecer una microbiota saludable. Los padres deben usar una gasa estéril húmeda con agua. A los tres meses se puede hacer uso de cepillos o dedales de silicona, permitiendo de esta manera acostumbrar al bebé e instaurar un hábito saludable”.

Wilches, agregó que la práctica es aconsejable hacerla en horas de la noche y solamente una vez al día, ya que las inmunoglobulinas que contiene la leche materna protegen la mucosa bucal contra infecciones. Asimismo, sugirió practicarla antes de la jornada nocturna de sueño, después de la última alimentación, aprovechando el baño para que el niño asocie la higiene oral con la corporal durante toda la vida.

El uso del primer cepillo de dientes, debería aplicarse con la aparición de los primeros dientes, que son los incisivos centrales inferiores. Las personas pueden encontrar cepillos pediátricos de cabeza pequeña y cerdas suaves, adecuados para la edad del menor.  De igual manera pasa con el uso de seda dental, debería hacerse con la aparición de los primeros dientes, con el fin de limpiar las superficies interproximales de residuos de comida y placa bacteriana.

Una lactancia ideal es clave

Bajo el punto de vista odontológico, la lactancia materna favorece el crecimiento y el avance de la mandíbula, estabiliza la relación entre las bases óseas. De esta manera se beneficia el crecimiento y desarrollo armónico de todo el sistema estomatognático de los bebes, permitiendo el adecuado proceso de sus funciones orales como la deglución, masticación, succión, respiración, digestión y evitando la adquisición de hábitos bucales nocivos.

“Además, no es menos importante destacar que en esta primera etapa de la lactancia materna hay un desarrollo del proceso masticatorio por el gran aporte de grasas, carbohidratos, proteínas, vitaminas, minerales, factores anti-infecciosos, bioactivos, adquisición de anticuerpos; como de iones fosfato y calcio, los cuales participan en el proceso de mineralización de la estructura del esmalte dental”, recalcó la profesional de la FUSM.

La famosa caries

La caries se considera como una enfermedad de carácter multifactorial, la cual aparece por un proceso químico en el cual interviene una triada que asocia tiempo, higiene oral y una mala dieta.

Este padecimiento se puede prevenir estableciendo hábitos saludables desde las primeras consultas, analizando los posibles factores de riesgo y controles hasta los 17 años con el fin alcanzar la edad adulta con un riesgo bajo en cuanto a la aparición de caries dental y perdida de dientes.

Es crucial en los niños usar el mínimo el cepillado dental 2 veces al día, sugerir el control al consumo de azucares refinados, bebidas azucaradas, tener en cuenta los beneficios del consumo de frutas y verduras.

“Los especialistas analizan los factores de riesgo individual y determinar cuál puede ser la crema dental adecuada. puede ser fluorada o no. Se sugiere que el flúor contenido en el producto sea suministrado en concentraciones mayores de 1.000 ppm (ver los principios activos en las etiquetas), con el fin de remineralizar el esmalte dental y reducir el riesgo de presencia de caries”, explicó la odontopediatra.

Para concluir, indicó que desde la aparición del primer diente y hasta los 36 meses en el paciente pediátrico, es importante controlar la ingesta de crema dental utilizando una cantidad mínima del tamaño similar a un grano de arroz; y desde los tres años, dispensar la crema dental del tamaño de una lenteja, en el caso de los mayores de cinco años debe ser equivalente al tamaño de una arveja.