La vigorexia y ortorexia son padecimientos –poco conocidos- que traen riesgos para la salud y es importante estar atento a los síntomas para su detección temprana.

Según el Ministerio de Salud y Protección Social la alimentación saludable es aquella que satisface las necesidades de energía y nutrientes en todas las etapas de la vida considerando su estado fisiológico y velocidad de crecimiento. De igual manera, la entidad destaca que de 2009 a 2017 se atendieron 38.896 personas de 0 a 19 años con diagnóstico de anorexia, es decir un promedio de 4.322 pacientes por año.

El 60,8% eran de sexo femenino y el grupo de 0 a 4 años tuvo el mayor número de personas atendidas, con 13.324 en los 9 años de la serie de tiempo analizada (34,2% del total), seguido del grupo de 5 a 9 años con 10.458 (26,9%), esto podría explicarse porque los profesionales de la salud están registrando en esta categoría los casos que cursan con falta de apetito, muy frecuentes en la infancia, en lugar de los casos que configuran el trastorno psicogénico de la alimentación conocido como anorexia.

Precisamente, algunas enfermedades que pueden aparecer por una incorrecta alimentación son la anorexia, bulimia, vigorexia y ortorexia, por nombrar algunas. Al respecto, Paula Rocha, docente de fisiología de la Fundación Universitaria San Martín (FUSM), informó: “Existe una gama grande -no del todo explorada desafortunadamente- de trastornos alimentarios y cada uno tiene diferentes variantes. Asimismo, cada vez más se han realizado análisis para prevenirlos y hacer tratamientos eficientes”.

Diferentes estudios revelan que los trastornos alimenticios van en aumento,

Al indagar al experto sobre si es cierto que los trastornos de este tipo son más frecuentes en mujeres, la Dra. Paula Rocha explicó que inicialmente se estableció que el 95% de los casos les ocurría a mujeres, sin embargo, desde hace un tiempo se ha evidenciado el aumento de la incidencia y prevalencia en varones.

 

Ojo a los síntomas

Entre los signos de alerta están la insatisfacción de la imagen corporal; evitar relaciones sociales (aislamiento); sentir una tendencia a tener comidas prohibidas; ansiedad después de comer; disminuir el tamaño de las porciones de las comidas; aumento del interés por temas de alimentación, ropa y moda; y cambios marcados en los hábitos de alimentación Vigilar estas actitudes dentro de su núcleo familiar puede ayudar a detectar una persona que está pasando por una de estas difíciles situaciones.

Existen algunas señales más fuertes las cuales indicarían que el padecimiento puede estar en un estado más avanzado -por ejemplo- sentir una sobrealimentación compulsiva; negarse a comer o por el contrario hacerlo en cantidades excesivas a pesar de no estar con hambre; abusar de laxantes, diuréticos o enemas; usar ropa grande para no sentirse gordo; quejarse sobre el aspecto personal; y desmayos constantes.

Es importante tener en cuenta que existen otros síntomas cognitivos y físicos. Los efectos de los trastornos son sumamente peligrosos, entre ellos, el desarrollo de trastornos mentales, infertilidad, ataques al corazón, pensamientos suicidas, insuficiencia renal, obesidad o desnutrición.

 

Todo en exceso es malo

“El ejercicio en exceso generalmente está asociado a un trastorno llamado vigorexia; que es la tendencia a buscar un cuerpo musculoso, lo cual conlleva a alteraciones en la alimentación obsesiva para lograrlo. Además, algunas personas que quieren perder peso rápidamente hacen ejercicio exagerado sin ninguna orientación y sin consumir alimentos por que creen que así va a ser más efectiva la pérdida de kilos y ponen en riesgo su salud”, enfatizó el experto de la FUSM.

El problema con la vigorexia es que por lo general las personas hacen ingesta incontrolada en exceso de proteínas, anabolizantes y esteroides, lo que deja secuelas diferentes organismos y alterando su normal funcionamiento.

Pues bien, lo que se considera saludable y se come en exceso también es perjudicial. La ortorexia es un trastorno del comportamiento alimentario consiste en la obsesión por consumir alimentos que el afectado considera saludables, pero que se hace sin la supervisión de un especialista que le brinde un balance. Muchos de sus síntomas parecen compatibles con el trastorno obsesivo compulsivo y las personas terminan sufriendo de desnutrición, anemia o déficits de vitaminas y minerales.

Las afectaciones de los trastornos se presentan en distintos sistemas del cuerpo como el gastrointestinal, cardiovascular, endocrino, en el metabolismo, en el muscular y piel o desarrollar las anemias.